Sin duda, Tolkien es uno de los grandes padres de la literatura fantástica acompañando su trabajo con mapas de regiones imaginarias e incluso un compendio de aproximadamente 20 lenguas ficticias creadas por su puño y letra entre las que destaca el élfico, idioma más popular del exuberante universo Tolkien. Cuentan que precisamente llevado por la necesidad de dotar de un mundo propio a todos estos idiomas, Tolkien comenzó a crear el universo e historia de la Tierra Media.
A los cuatro años, Tolkien empezó a leer. En 1915, se graduaría en la universidad de Exter, Oxford, con honores. Más tarde, serviría a la Armada Británica durante la Primera Guerra Mundial, acontecimiento que utilizaría para perfeccionar su popular dominio de las descripciones paisajísticas. Todo ello hasta que acabó aceptando una beca como profesor de literatura anglosajona en la universidad de Pembroke.
Tolkien concibió El Hobbit como una historia que narraba a sus hijos cada noche antes de dormir, sin más ambición que la del padre que relata un cuento de hadas a sus retoños con la esperanza de que abracen a Morfeo. Todo ello partiendo de la frase «En un agujero en el suelo vivía un hobbit», que da comienzo a la mítica historia y que el célebre autor escribió un día mientras corregía exámenes de literatura inglesa sin llegar a saber nunca de dónde había extraído la idea.
Aquella narración acabaría llegando en 1937 a las manos de Stanley Unwin, el dueño de una importante editorial británica que daba a su hijo Rayner un chelín por cada escrito infantil que valoraba para su publicación. El resto, es historia.