La inflación, por méritos propios, vuelve hacerse hueco en las portadas de todos los diarios, y es que en el mes de junio se ha situado en el 10,2%, siendo el nivel más alto de los últimos 37 años.
Se mantiene así una tendencia al alza de los precios que golpea el poder adquisitivo de la clase trabajadora y los sectores populares. Una tendencia que no solo se mantiene al alza, sino que además supera las expectativas que tenía el Ejecutivo. Tras los picos de mayo (8,7%) y abril (8,3%), Moncloa esperaba que las medidas económicas adoptadas surtieran un efecto mayor.
Pero lo cierto es que las medidas del Gobierno “progresista” son irrisorias para hacer frente a la situación de inflación actual. Hasta ahora Sánchez ha lanzado dos paquetes de ayudas; uno hace tres meses, cuando las consecuencias de la invasión rusa sobre Ucrania y las sanciones económicas impuestas por las potencias imperialistas a Rusia, empezaba a notarse en los bolsillos de los sectores populares, y un segundo paquete de ayudas publicado en el BOE al inicio de esta semana.
El primer paquete de medidas tuvo como principal medida la subvención de la gasolina por valor de 20 céntimos por litro. A este paquete de ayudas, ya en plena tendencia alcista de la inflación, se le sumaba la prórroga del decreto publicado en el BOE en marzo del 2021 para mitigar una factura de la luz que ya marcaba precios históricos.
Tanto la prórroga de aquel decreto, como el primer paquete de medidas ya en plena escalada de la inflación han surtido efecto. El Ejecutivo planeaba rebajar hasta un 3,5% la inflación, pero lo cierto es que el impacto ha sido de apenas de un punto.
Este segundo paquete de ayudas, dotado con 9.000 millones de euros, cuenta con diferentes “parches”. En primer lugar, el cheque de 200 euros para los hogares “más vulnerables”, definidos por unos ingresos menores a 14.000 euros anuales o que sumen un patrimonio inferior a 43.196 euros.
En segundo lugar, la factura de la luz vuelve a tener una rebaja del 5% en el IVA, además de la prórroga del impuesto sobre la generación eléctrica y la rebaja del 0,5% del impuesto especial eléctrico.
También queda prorrogado en este segundo paquete, la subvención de 20 céntimos por libro en la gasolina, así como un 30% en el precio de los abonos de transporte público dependientes de las comunidades autónomas y del 50% para los títulos multiviaje de Renfe o de concesiones de transporte por carretera con carácter de servicio público.
También la bombona de butano sufrirá una congelación de su precio, no pudiendo superar los 19.55€. Y por último en materia de vivienda, el Ejecutivo prolonga hasta diciembre el máximo del 2% el aumento de precios de los alquileres.
Falta que el informe presentado por el INE tenga una desagregación por categorías, para poder ver en mayor detalle qué productos son los que empujan la inflación, si bien todo apunta a los alimentos y a la energía.
Precisamente estos productos golpean de lleno la línea de flotación las clases más humildes. Estos ocupan un gran porcentaje de los gastos totales entre los trabajadores más precarios. Alimentos y energía ocupan hasta un 35% del conjunto de sus gastos, mientras que para los ricos este consumo apenas pesa un 15% o menos.
Todas estas medidas, bajadas a la unidad familiar, al encarecimiento tremendo de los precios y al poder adquisitivo que se va quedando en el camino, tienen unos efectos imperceptibles. Como tampoco tuvo efecto la cacareada subida del SMI. De este modo, la subida del salario mínimo de 2022 del 3,6% (35 euros) ha quedado reducida a monedas si tenemos en cuenta el alza de los precios. En este contexto, los “escudos sociales” del Gobierno se deshacen como papel en el agua.