Muchos de los cuentos populares rescatados de la tradición oral por Charles Perrault o por los hermanos Grimm están llenos de una crueldad y de una violencia inimaginables en sus versiones originales. Historias que incluyen violaciones, asesinatos, vejaciones, torturas, canibalismo y un sinfín de horrores más. En una época en la que tenemos un concepto de la literatura infantil bastante edulcorado esas retorcidas tramas parecen muy poco apropiadas para niños.
Bruno Bettelheim, que hace un exhaustivo análisis de este fenómeno en Psicoanálisis de los cuentos infantiles, resume y concluye el debate a la perfección: «La creencia común de los padres es que el niño debe ser apartado de lo que más le preocupa: sus ansiedades desconocidas y sin forma, y sus caóticas, airadas e incluso violentas fantasías. Muchos padres están convencidos de que los niños deberían presenciar tan sólo la realidad consciente o las imágenes agradables y que colman sus deseos, es decir, deberían conocer únicamente el lado bueno de las cosas. Pero este mundo de una sola cara nutre a la mente de modo unilateral, pues la vida real no siempre es agradable».
Según Bettelheim esa crueldad es necesaria porque de otro modo los niños no sabrán que el mundo que les rodea puede ser cruel. Hay cuentos tan populares que ya es difícil arrancarles el horror de encima: el lobo de Caperucita que la devora a ella y a su abuela para después ser abierto en canal por un leñador o la bruja que quiere comerse a los pequeños Hansel y Gretel y que después es arrojada al fuego por estos. Sin embargo, muchas de las adaptaciones que se hacen hoy en día de la mayoría de esos cuentos a menudo mutilan el valor ético y estético original en aras de una intención moralizante.
Desde luego, las de Disney lo han hecho. En sus historias no solo ha desaparecido el horror original sino que se han depurado de cualquier matiz negativo, incluyendo la tristeza. Un ejemplo paradigmático es la muerte de la madre de Bambi ‒que no es un cuento tradicional‒, la manera en que se trató el tema y cómo marcó a más de una generación. Tan alargada y poderosa es la sombra de Disney que en muchos de esos cuentos ya se ha olvidado la fuente original. Es verdad que no todas sus películas provienen de cuentos cuentos tradicionales, pero si algo tienen en común es el horror, que estaba presente en todos y cada uno de ellos.
Blancanieves y los siete enanitos
La película está basada en un cuento de los hermanos Grimm con que el tiene algunas diferencias significativas. La reina malvada le pide al cazador que le traiga las entrañas de Blancanieves para demostrar que la ha matado. El cazador se apiada y la engaña llevándole las de un cerdo. Al verlas, la reina las devora con avidez. Otro detalle importante es el castigo final. Blancanieves le cuenta todo lo ocurrido al príncipe y como castigo este confecciona unos zapatos de hierro que son calentados al fuego hasta quedar al rojo vivo. Después se los calza a la reina y la obliga a bailar hasta caer muerta. La historia original se basa en un cuento del escritor italiano Giambattista Basile titulado El esclavo joven, que es todavía más violento.
Cenicienta
En este caso la versión de Disney es más o menos fiel, salvo algunos detalles. Todos recordamos la escena de las hermanastras tratando de meter el pie en el zapatito de cristal. Pero no fue exactamente así cómo ocurrió. Al no conseguir meter el pie la madrastra le pidió a la primera que se cortara dos dedos y a la segunda un trozo del talón. Ellas accedieron y casi engañaron al príncipe, pero al ver la sangre se dio cuenta de la mentira. Al final de la historia, en la boda de Cenicienta, sus amigas las palomas pican a las hermanastras en los ojos y las dejan ciegas como castigo por sus maldades. En una versión anterior a la de Perrault, La Gata Cenicienta de Giambattista Basile, no hay una sino dos madrastras malvadas. La segunda de ellas convence a Cenicienta para que mate a la primera y lo hace rompiéndole el cuello.
La Bella Durmiente
En el cuento de los hermanos Grimm son cientos los jóvenes que han intentado abrirse camino a través de las zarzas para llegar hasta la princesa dormida. Sin embargo, muchos han quedado atrapados en ellas y condenados a morir en una lenta agonía. Los hermanos Grimm se habían basado en una versión, una vez más, de Giambattista Basile en la que un rey viola a la princesa mientras duerme, la deja embarazada y da a luz a dos niños, Sol y Luna, todo eso sin despertarse. Un día Sol le chupa el dedo a su madre y le saca la astilla envenenada que le había hecho dormir y la princesa despierta. La legítima esposa del rey se entera y trata de matar a la Bella Durmiente y a sus dos hijos. Cuando está a punto de sacrificarla en un pozo lleno de animales venenosos tropieza, cae en su propia trampa y muere.
La Sirenita
En la historia original, de Hans Christian Andersen, lo que la bruja le pide a la Sirenita a cambio del hechizo que le dará piernas no es la voz, sino la lengua. Como la Sirenita acepta, la bruja se la arranca. El príncipe, efectivamente, se enamora de la Sirenita convertida en humana, pero tras un corto idilio resuelve seguir los consejos de su familia, y se casa con una joven noble más acorde con sus espectativas. Como esta decisión acarreará la muerte de la Sirenita, sus hermanas le entregan un cuchillo mágico para que asesine al príncipe y al frotarse las piernas con su sangre volverá a recuperar la cola de pez. Pero la Sirenita no fue capaz de cometer el crimen y huyó hasta arrojarse al mar. Entonces su cuerpo se convierte en espuma y su espíritu es condenado a realizar buenas acciones durante trescientos años.
Aladín
La historia de Aladín no es demasiado violenta, pero sí lo es Alí Babá y los cuarenta ladrones de Las mil y una noches, que es el relato en el que se inspira Aladín y el rey de los ladrones. En esta tercera película de las aventuras de Aladín aparece Cassim, que es su padre. En la película, Cassim, líder de los cuarenta ladrones, abandona el mal camino y termina asistiendo a la boda de Aladín. En la versión original Cassim es el hermano de Alí Babá. Cuando conoce por boca de su hermano las palabras mágicas que abren la cueva, Cassim se dirige a ella para saquearla. Pero una vez dentro se olvida de las palabras y no puede salir de la cueva. Cuando los ladrones vuelven lo encuentran dentro y lo descuartizan. Después ponen los trozos fuera de la cueva como advertencia. Finalmente Alí Babá se venga y consigue matar a los cuarenta ladrones. Casi todos mueren bajo aceite hirviendo, aunque el líder es apuñalado hasta la muerte.
El jorobado de Notre Dame
Una vez más el origen no es un cuento de hadas tradicional. Se basa en la novela de Víctor Hugo Nuestra Señora de Notre Dame. Al principio de la novela Frollo rescata al bebé que será Quasimodo de las manos de cuatro mujeres que quieren quemarlo vivo porque piensan que es un demonio. Frollo, que arde de deseo por la gitana Esmeralda, le ordena a Quasimodo que la secuestre, pero Febo lo evita y Quasimodo es arrestado y torturado públicamente. Frollo apuñala a Febo en un encuentro secreto que tiene con Esmeralda y todos la acusan a ella. Esmeralda es ejecutada en el patíbulo y como venganza Quasimodo arroja a Frollo desde lo alto de Notre Dame. Después se mete en la cripta donde yacía Esmeralda y se abraza a su cadáver. Años más tarde se encuentran los dos esqueletos abrazados.
Pinocho
Como en el caso de el jorobado de Notre Dame, Pinocho es también producto de la imaginación de un escritor, Carlo Collodi. Cuando Collodi escribió Las aventuras de Pinocho en un primer momento no pensó que estuviera haciendo literatura infantil. En la versión original Pinocho es ahorcado de una encina como castigo por sus muchas travesuras, hace que Geppetto acabe en prisión, aplasta a Pepito Grillo contra una pared por querer reprenderle. Antes de convertirse en niño de carne hueso se transforma en muñeco, en pez ‒casi lo fríen en una sartén‒ y en burro. Cuando está convertido en burro un músico quiere matarlo para arrancarle la piel y hacer con ella un tambor. Así que le ata piedras al cuello y lo sumerge en el agua. Antes de ahogarse, los peces se comen la carne del burro y el esqueleto, que es de madera, vuelve a ser Pinocho. El hada, que en algún momento tiene la forma de una niña, muere a causa de las penas por las que le hace pasar Pinocho, aunque más adelante vuelve a aparecer.
Pocahontas
Esta vez la historia se basa en un personaje histórico real, Matoaka, también conocida como la «pequeña licenciosa» y más tarde rebautizada con el nombre de Lady Rebecca Rolfe. El romance con Smith parece ser más una invención de la factoría Disney que un hecho histórico comprobado. Lo que sí es cierto es que en 1613 los colonos británicos la raptaron, la violaron y la obligaron a convertirse al cristianismo y a adoptar el nombre de Rebecca. Después se casa con un hombre llamado John Rolfe y en 1616 viajan a Inglaterra. Allí Pocahontas fue presentada en sociedad como la prueba de que «los nativos del Nuevo Mundo podían ser domesticados». Dos años después tuvo una muerte horrible y dolorosa, posiblemente de neumonía, tuberculosis o viruela.
Hércules
Como todo el mundo sabe, esta historia tampoco es un cuento de hadas sino una leyenda de la mitología griega ‒por cierto que «Hércules» es el nombre latino‒. Existen muchas versiones distintas, así que me limitaré a resumir algunas de ellas. Eso es suficiente para explicar de sobra cualquier tipo de desfase de la historia original. Y de hecho los hay. Zeus adoptó la apariencia del marido de Alcmena y la violó. Esa misma noche Alcmena mantuvo también relaciones sexuales con su verdadero marido. Fruto de esto nacieron dos niños, cada uno de un padre distinto. Una vez que Hércules crece y se casa con la princesa Megara tiene dos hijos. Hera, esposa de Zeus, le induce a un ataque de locura en el que mata a su mujer, a sus hijos y a dos sobrinos con sus propias manos. Su final es terrible. Deyanira, su cuarta esposa, muerta de celos, impregna en un túnica una poción que ella pensaba que era de amor pero que en realidad era un veneno. Cuando se la pone se le pega al cuerpo y le empieza a quemar la piel. Cuando intenta quitársela se arranca la piel y deja los huesos al aire. En una insoportable agonía se arroja a las llamas de una pira construida por su amigo Filoctetes y arde vivo.